Durante siglos y siglos, personas de todo el mundo han buscado la receta para alcanzar el amor verdadero o la relación ideal. Se ha leído acerca de 50 gramos de pasión, 75 gramos de dulzura, un pellizco de cariño, kilos de imaginación y creatividad para no dejar que muera… Bla, bla, bla.
Sin embargo, ¿Cuándo podemos decir que hemos alcanzado el amor verdadero o que por fin somos verdaderamente felices? ¿Qué día obtenemos el título de “Relación ideal”? La respuesta, efectivamente, es no. La felicidad, el amor verdadero, o la relación ideal, es algo que debemos de construir o perseguir todos los días, como quien persigue la Estrella Polar, la cual nunca llegamos ni siquiera a rozar con los dedos. Poder llegar a ser feliz plenamente día a día al lado de una persona, o ser capaz de confiar en que estamos inmersos en una relación ideal es altamente complicado, créanme… Pero a su vez altamente satisfactorio.
Realmente, me doy cuenta después de tanto y tanto leer sobre el amor y de si existe o no existe una serie de componentes que lo forman… Es que no sé nada. Si me preguntan cuál es la receta para el amor verdadero, quizá jamás podría mencionar todos los ingredientes para ello, pues son tan cambiantes que cada día escribiría una cosa diferente. Habrá en los que necesites más cariño, más risa, más alegría, menos madurez, sacar al niño que tienes dentro, más dosis de romanticismo, menos formalismo, más magia…

Bajo mi humilde punto de vista, cada relación es única, especial e irrepetible, por lo que jamás podremos poner de acuerdo al universo para responder a la pregunta del milenio. Sin embargo, una cosa son las relaciones y otra muy diferente es el amor, tema que nos atañe. El amor… Podríamos dar mil definiciones acerca del amor, podríamos preguntarles a mil personas por el amor, por los sentimientos, por el enamoramiento, etcétera. Sin embargo, creo que si le preguntamos a una persona qué es lo que debe de tener el amor para conservarlo, todos responderían lo mismo.
El amor debe de merecer la pena vivirlo. Debe de merecer la pena cada lágrima que se derrama, cada sonrisa que se regala, cada minuto que invertimos en la otra persona, tiempo que no volverá jamás, cada puñetero principio al que renunciamos por hacer a la otra persona sonreír.
Entonces, si nos preguntamos qué ingredientes debe de tener el amor verdadero o la relación ideal, quizá sí obtendríamos respuesta. El ingrediente que debe de tener el amor verdadero es simple y tan llano que no es la primera contestación que se nos pasa por la cabeza. El componente principal para que un amor sea verdadero es que haya tan sólo un loco que crea en él.
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En los cuentos, o en las clásicas comedias románticas en las que “Chico conoce a chica, ocurre un problema en la que chico sufre una fuerte decepción, chico recupera a chica” nunca se cuenta qué pasa después de esa reconciliación de cine, no nos cuentan qué pasa a lo largo de los días, o cómo aquella relación por la que nadie daba ni un duro, resultó ser al final para siempre.
Creo que jamás encontraré mejor definición de los componentes que debe de contener el amor como la que encontré en la Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Pero sin embargo, si os fijáis, no habla de ingredientes en sí, si no de los que NO debe de contener. Porque así es el ser humano. Si nos preguntan qué queremos, jamás sabremos dar una respuesta; pero si nos preguntan qué no queremos, podremos dar una respuesta larga y detallada. Es por esto por lo que no encontraremos receta para el amor, pues hay día que queremos una cosa, días que queremos las otras… Pero lo importante es querer todas y cada una de las cosas con la misma persona, cosa que parece harto difícil, pues siempre dicen que, con el paso del tiempo, la rutina hace que mate el amor, que ya no tengamos ilusión o magia, o cosas por descubrir. Debido a ello uno de los pilares (Que no ingredientes) de nuestra sensación divina ha de ser la imaginación, esas ganas locas de querer sorprender día a día a nuestra Julieta o a nuestro Romeo, de tener a diario detalles.


Pues si tan sólo añadimos a nuestro “saquito del amor” teorías románticas o tópicas (Sí, vale, como las que escribo yo), puede que algún día lleguemos a una monotonía de la que no sepamos huir… Pero si hacemos de nuestro amor locura, pasión, creatividad, magia, si hacemos que brille, si hacemos que merezca la pena vivirlo día a día, con sus innumerables espinas y sus hermosas rosas.. Jamás acabará.
Muy muy interesantes palabras, a veces uno n se da cuenta d ke hacen falta detalles tan pekeños pero tan significantes e importantes para nunk perder esa magia ke nos hace sentir tantas y tantas cosas ke nos revelan ke la vida es muy muy linda…….. Te amo My Lady Di
…… Es un artículo demasiado bueno, los o te felicito amigo escritor…..